miércoles, 7 de mayo de 2014

La Barbie Humana (o de "qué bonito es lo bonito, -pero- cuando es bonito")


Se llama Valeria Lukyanova y me horrorizó. Nativa de un país de Europa del Este de cuyo nombre no quisiera acordarme, reside ahora en el limbo terrible de la defenestación humana. Su supuesta belleza no es más que un retrato esperpéntico de lo más lamentable de nuestra especie: la estupidez. Antes encantaba, ahora horroriza.

Dotada de una belleza singular que encantaba, esta joven humana poco a poco dejó de serlo para convertirse en lo que ahora es: una modelo comercial. Y al lograrlo, no puede sino simplemente horrorizarnos. Lo dicho: antes encantaba, ahora horroriza.

Hace algún tiempo, Valeria se impuso la peregrina idea de parecerse lo más posible a la famosa muñeca estadounidense autodenominada “La Barbie”. Y lo logró: es idéntica. Y lo logró a pesar de un muy concienzudo artículo que hace tiempo leí y en el que algún crítico de los estereotipos culturales impugnaba el pretendido patrón de belleza de La Barbie (la muñeca gringa, no el narco mexicano, claro…) al señalar que las proporciones de su cuerpecito y rostro eran simplemente impensables en un ser humano, pues con esa morfología no habría mujer humana que pudiera subsistir, bueno ni sostenerse de píe. Y se equivocó, tanto como ahora todos lo estamos haciendo junto con la joven Lukyanova.

El asunto es que esta ser humano se ha sometido a una cantidad ya verdaderamente innumerable de cirugías plásticas que le han desprovisto de su apariencia natural de joven bella y le han provisto de la apariencia artificial de muñeca emblemática. Por su propia convicción, Valeria dejó de querer parecer persona y buscó parecer cosa. Nadie, ningún filósofo, físico o científico, ha logrado como ella acreditar semejante extraviado tránsito del espíritu hacia la materia.

Pero el problema no es Valeria. Ultimadamente cada quien hace con su cuerpecito lo que quiere… ¡bendito sea! El problema somos nosotros, todos nosotros. ¡Algo le está pasando a esta comunidad de miles de millones de seres humanos que una de nosotros ha decidido dejar de ser (o parecer) persona y quiere ahora ser (o parecer) cosa!

Ya perdimos a la chica Lukyanova y, en la inmensa pena de su extravío, todos nosotros hemos dado un paso más en el precipicio: ya no sólo fastidiamos el concepto ético y estético de “lo bonito” hasta hacerlo feo, sino que hemos desgraciado nuestra idea de consagración de “lo humano” hasta deshumanizarlo. Mal plan.

PD: Y lo peor no es eso, sino que por allí anda un mono que dice pretender lo mismo, ¡pero con el siniestrísimo Kent! (a la sazón, el muñeco novio de la muñeca Barbie). Aunque a decir verdad, el muy sonso ni se parece.


(Dormingo publicado en la versión impresa de Cambio de Michoacán del 3 de mayo del 2014, para ser leído como fue escrito y deben serlo todos los dormingos que se respeten: relajando el músculo craneal después de una inhumana sobreexplotación. Mejor si lo acompañan con la locura excéntrica y sincrética de Lady Madonna en el  “Love” del Cirque du Soleil con los Beatles. ¡Eso si es bonito!)

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