lunes, 2 de septiembre de 2013

La vivencia como creación


Creadores como somos porque creados fuimos a imagen y semejanza de un creador, todo lo que hacemos tiene un significado. La más mínima expresión de nuestro comportamiento lo tiene. Por pequeña que sea o por imperceptible que parezca o pretenda parecer, toda expresión nuestra tiene un significado y es, por tanto, un significante que puede ser emitido y recibido: comunicado.

Como criaturas del creador, todo lo que hacemos es creación. Nos demos o no nos demos cuenta, lo es. Por eso, nuestras creaciones pueden llegar a ser autónomas de nosotros mismos: cobrar una vida propia que nos trascienda. Los artistas son los que mejor lo entienden. De hecho los artistas son los únicos que realmente entienden las cosas de la vida humana, por eso crean arte. Ellos, explícitamente, lo crean. Nosotros, implícitamente, lo recreamos cuando lo apreciamos interpretándonoslo.

Un saludo, una sonrisa, una forma u otra de caminar; la entonación de la voz, independientemente de las palabras que pronuncie; una manera u otra de desplazarse o quedarse inmóvil; la forma de tomar el lápiz o la pluma, de contestar el teléfono, de abrir la puerta, cruzar la calle, caminar en medio de un tumulto, de dar o no el paso a alguien más, de procurar o no a un anciano; de sentarse, de pararse, de acostarse, de prender un cigarrillo o un habano; de preparar, servir y tomar el café; de sujetar una copa de vino; de combinar coloraciones de calzado y maquillaje femenino; la manera del pedir y del dar, de mover el abanico, de tomar el taco… de mirar, olfatear, tocar, besar. Todas son creaciones y llevan nuestra firma.

Por eso hay que cuidar y respetar muy honradamente nuestros actos, que por ellos nos conocerán. Incluso los más pequeños, simples y sencillos actos, son obras de arte que nos expresan y nos comunican a los demás. Saberlo y conocerlo es una gran responsabilidad, pues nos hace ya no sólo los constructores de nuestro propio destino, ni los delineadores de nuestra propia vida, sino vividores de algo mucho más excelso que el destino y la vida: la vivencia. La condición de estar vivo y saberlo, saborearlo. Somos pequeñas criaturas y creadoras y, como tal, creadores de nuestra propia vivencia como creación existencial. ¡Qué maravilla!


(Dormingo para ser leído como fue escrito: en vivencia de la musa y escuchando un poco del iconoclasta jazz electrónico de los profesores Kevis Yost con su “Jazz is”, Giacomo Bondi con “Dreaming” y Dual Sessions con “Strangers in the Jazz”, entre otros…)

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