sábado, 4 de mayo de 2013

El Alma Extraña



Ya lo he contado. Me lo reveló Socorrito, desde su espléndida y esplendorosa cosmovisión Huasteca: el alma viaja más lento que el cuerpo, por eso extrañamos.

Como el cuerpo se traslada con mucho mayor rapidez, cuando llega a su destino debe esperar a que el alma le alcance y encuentre, regresando a él. Esa circunstancia es la que genera nuestra sensación de carencia de presencia esencial, existencial. Por eso cuando extrañamos es porque andamos con el cuerpo desalmado y el espíritu desacompletado.

Pero si eso pasa con los viajes corporales por los territorios del mundo, también ocurre –y si acaso con mayor dramatismo-  con los viajes humanos por los territorios corpóreos. Cuando uno ama, lo hace con el cuerpo y con el alma. Es entonces cuando no sólo tocamos la carne sensorial, sino también el espíritu sensitivo. Los cuerpos se compenetran y las almas se entrelazan. Por eso, cuando nos separamos de nuestras/os amantes, les extrañamos con el alma… que no tenemos, que ellas/os se quedaron.

Cuando los amantes se separan, sus cuerpos se separan, pero sus almas se quedan entrelazadas. Por lo menos mientras su espíritu las concilia. Cuando el espíritu deja de conciliar a las almas de los amantes, éstas se separan casi irremediablemente. Todo depende del tipo de separación. Pero lo cierto es que el tiempo que transcurre desde que los amantes se separan y sus almas se desentrelazan, es un tiempo líquido, viscoso y extenuante: lento. Lento, mucho muy lento, podría decirse, en voz del amante que espera a que su alma le alcance, le encuentre y regrese a él. Por eso el Poeta se dolía con y entre todos nosotros de que es tan corto el amor y tan largo el olvido.

Extraña, pues, el alma a la que se extraña. Más si se le extraña con la entraña, como alma que ya no ama. Amén.



(Dormingo publicado en la versión impresa de Cambio de Michoacán el 28 de abril del 2013 y para ser leído como fue escrito: relajadamente exhausto y escuchando la delicia reconfortante del disco “Music from tea lands” de los maestros de Putumayo. Maravilla)

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