domingo, 14 de abril de 2013

Después de ti (II)



Después de ti, la paz. Y el espíritu santo, santificado. Y el alma impoluta, absoluta. Y el cuerpo redimido, resumido. Después de ti, el todo y la nada: el regreso final al origen primigenio, el definitivo, el primitivo, el espasmo del manantial, suspiro sideral. Y esta sonrisa animada, y esta mirada extraviada, y esta sensación sublimada. Y este abrazo final.

Después de ti, la pausa. Y su causa. Y su caudal. Y tu. Tu en ti, ya sin mí: conmigo.

Después de ti, esta calma de tormenta pretérita, como laguna templada frente a mar bravío. Después de ti, la serenidad arterial, el serenamiento existencial, el sereno hormonal. Y estas ganas de sonreír sin reír, de volar sin aletear.

Después de ti, me desplomo y me aplomo. Floto en la tersa nube de tus aromas. Todavía me siento dentro, navegando en un mar de humedades y olores; sensaciones que son sentimientos. Todavía exploto por dentro… de ti, por mi. Y tiemblo, como raíz después de la cosecha.

Después de ti, sólo te quiero a ti. Y te vuelvo a buscar, dentro de mi. Y tu estás allí, en ti. Después de ti, solo quiero el tacto de tu calor desnudo, de tu epidermis de fuego, de la sensible membrana humana con que me envuelves y posees, otra vez. Rastreo tus huellas y me pierdo, otra vez; todos los caminos conducen a ti.

Después de ti, yo en mi. Tu en ti, ya sin mi: conmigo.


(Dormingo publicado en la versión impresa de Cambio de Michoacán el 7 de abril del 2013... para ser leído como fue escrito: con el memorioso tacto a flor de piel. Escuchando, al fondo y a lo lejos, una rola de la Morrison que no acabo de identificar)

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