Respetar credo y dogma, celebrar rito y tradición, disfrutar
fraternidad y fiesta. Y en medio de sus días y signos, consagrar la nuestra Semana
Santa en su virtuosidad seglar, que lleva incluso a lo pagano hacia la
exaltación mística de conmemorar la muerte, pero también y ante todo, la vida
de Cristo: de Cristo-Hijo de Dios, de Cristo-Rey de los Judíos, de
Cristo-Hombre de los humanos.
Intenso sincretismo en el que nuestra religiosidad y
laicidad traban tremenda tensión entre nuestra propensión cultural a la pena y
nuestra disposición natural al gozo. Pena y gozo que, por cierto, no siempre se
llevan del todo bien. Pero sí en la Semana Santa mexicana que es más vacación y
familiar ocasión para el gozo humano, que ejercicio dogmático del ayuno en
pena.
Pena y gozo que, si se resuelven bien, nos permite
acercarnos relajados a nuestras más intensas aflicciones. Todo volverá después
a cada quien, pero mientras: aquí estamos todos juntos, conmemorando la pena de
la cruz, pero también el gozo de las bodas de Caná, donde Cristo su primer
milagro hiciere al transformar, por cierto, el agua en vino; sintiendo el dolor
del martirio y el vía crucis, pero también la dulzura y entrega de María
Magdalena, compañera y militante; reflexionando sobre la atrocidad de la
traición, que quizá realmente no lo fue, pero también pensando en el regocijo
de doce amigos y su maestro surcando tierras y desiertos movidos por su fe y
convicción que, gracias a ellos, ahora también es nuestra en la irredenta
plegaria y lucha por la hermandad e igualdad humanas.
Recordar a Cristo en la tierra y hacer aquí nuestra
voluntad. El Cristo de las sagradas escrituras, pero también el Cristo de las
cultas escrituras de Machado, Kazantzakis, Scorsese, Saramago. Cristo como
deidad, pero también y sobre todo Cristo como hombre… recordar y vivir a
Cristo, no sólo a “ese Jesús del madero, sino al que anduvo en la mar”.
Así, en imagen y semejanza, hacemos cada año ésto de
reunirnos fraternos y disfrutarnos humanos, en Santa Semana Santa y en conmemoración
suya.
(Dormingo publicado en la versión impresa de Cambio de Michoacán 24 de marzo de 2013 y para ser leído como fue re-escrito: sereno, meditativo,
repensándose, resintiéndose para renovarse. Escuchando, conmovido, la célebre
“La Saeta” del Grande Antonio Machado en voz del combativo Joan Manuel Serrat,
en una versión de hace años y por los siglos de los siglos, alternadamente con
el SoundTrack del maestro Peter Gabriel para “La Última Tentación de Cristo” del
profesor Martin Scorsese)
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