Dicen los que saben que los tres Reyes Magos no eran
realmente reyes, aunque sí tres y –de alguna forma- magos. Ello a pesar de que
también hay quien asegura desde sus investigaciones que al menos uno de ellos
sí que lo era. Pero en lo que sí parece haber cierta certeza es que
efectivamente visitaron al no tan recién nacido Jesús de Nazareth y que
llegaron a él con regalos, siendo éstos la mirra, el oro y el incienso, que los
peregrinos en cuestión consideraban ofrenda bastante y suficiente para recibir
el Rey de los Judíos.
Sea como fuere, nuestra tradición cultural nos ha llevado a
fundar en estas tres figuras míticas una de las tradiciones familiares e
infantiles más apreciadas. Sobreviviendo incluso de la espectacularidad
comercial de Santa Claus y su enlace con la entrañable cena de Navidad, los
Reyes Magos y sus regalos para nuestros vástagos pervive incluso con más fuerza
que la propia degustación de la “rosca de reyes” y chocolate con que se
anuncia, irremediablemente, el fin de las fiestas decembrinas y de año nuevo:
el ya muy famoso maratón “Lupe-Reyes”.
Ciertamente provistos de las promociones y propaganda de los
grandes centros comerciales y televisoras que les acompañan, los Reyes Magos
han logrado sobrevivir incluso a la terrible cuesta de enero. Típicamente una
bicicleta pero buenamente cualquiera de los regalos incluidos en la carta a los
Reyes Magos que habrá de enviarse en estos días amarrada a un globo volador, o
cualquier otro pequeño pero sentido detalle, podrá ser suficiente y bastante
para ofrendarnos con alegría a nuestros hijos; dejando junto a sus zapatos
algún cariñito con el que los convirtamos así en reyes, ya no de los judíos,
pero sí de la magia de verlos entre nosotros.
Ojala que la penuria de un sistema económico basado en la
usura y la miseria no vaya de mercantilizar o de plano terminar con la dulzura
de brindar a nuestros hijos un poco de esperanza y a nuestros pares un poco de
pan, azúcar y cocoa. Ojala tampoco se nos vaya a olvidar que quien encuentre al
niño Dios en su trozo de rosca deberá ofrecer los tamales del día de La
Candelaria. Al menos una corundita y un huchepo para celebrar a estos reyes
mágicos y a nuestra terca esperanza de un mundo mejor para nuestros hijos e
hijas.
(Dormingo publicado en la versión impresa de Cambio de Michoacán el mismísimo 6 de enero del 2012 y para ser leído como fue escrito: emocionado por preparar
durante la madrugada regalos y arreglo de serpentinas y globos en torno a los
zapatos de sus vástagos y escuchando la música de su hija menor mientras
arregla su cuarto… La vida es bella!)
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