domingo, 8 de junio de 2014

El Río y la Mar, Montevideo


A mi Peque, que tanto extrañé y que hoy (7 junio) cumple años
A mi amigo el Perito Informático, gran hallazgo en Montevideo
A mis amig@s de la Corte Electoral

Esta no es la Mar, es un Río. Un río grande como mar; pero un río, no la mar. Domina también el horizonte, al que colma con sus aguas, pero no es la mar. La mar está un poco más afuera y es grande, también muy grande, pero no es un río, como éste que sí es un río.

Este sí es un río. Un río grande que penetra la tierra y se mete a sus entrañas. La mar sólo la lame. Este río, en cambio, la penetra y se mete en ella. Pero lo hace suave, casi sin moverse: tersamente. Se ve que lo hace desde hace mucho tiempo y por eso sabe cómo hacerlo. La otra vez, lo hizo mientras temprano llovía. Lo sé, porque yo estaba en la orilla.

Este sí es un río. Un río generoso que habita, aquí, gente gentil. A su rivera llegan calles que caen como ríos, pero ríos chiquitos. Obviamente, esas calles no llevan agua: llevan gente. Pero de todas maneras, desembocan en el río. Y desembocan con todo y su gente que, también obviamente, no se avientan a sus aguas, pero si conviven con él tan despreocupadamente que parece que ni el río ni ellos se dieran cuenta que lo hacen.

Por eso esta gente es especial. Tienen un río monumental y los domingos van a su rambla con sus cañas a pescar, y pescan. Pero casi no comen pescados, comen carne. Carne de res, puerco u cordero, pero casi no de pescado. De hecho, en el mercado del puerto de los pescadores van a comer asados de carne de res, puerco o cordero, pero no de pescado.

Esta gente es especial. Tienen un sentido de la suavidad entre sí que recuerda cuando todos honrábamos la fraternidad. Ellos todavía la honran. Por eso caminan por esas calles como ríos chiquitos con un termo con agua caliente bajo el brazo y un mate en la mano del otro brazo. Yo creo que llevan así todo el tiempo el termo no porque lo necesiten para el mate, sino porque lo necesitan para abrazarlo en tanto abrazan a un semejante.

Esta ciudad es especial y su gente gentil. Aquí, los hombres que se quieren se dan un beso cuando se saludan y las mujeres tienen la manera más elegante del mundo para siempre imponerse. Quizá sea porque este río no es la mar y esta ciudad sí es Montevideo.

(Dormingo publicado en la versión impresa de Cambio de Michoacán del 7 de junio del 2014 y para leerse como fue escrito: con un tinto Tannat uruguayo en la mano y la música de una buena conversa en los nuevos amigos)

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