martes, 11 de febrero de 2014

Despedida de Abuela


A mi mamá Lilia, hoy y siempre.

Te vas suavecito, como cuando me abrazas con esa ternura milenaria. Poco a poco, como hermosa vela de seda, te vas apagando, como si a la vida le susurraras una última estrofa. Sólo tu que eres tan sabia conoces el camino de regreso y lo recorres con esa altivez que aún ahora, en el ocaso de este mundo, distingue tu paso y la adorada estela de tu figura.

Yo te veo y entonces te escucho. Sé lo que me dices, lo siento. Yo también te quiero.

Yo te veo y tu me miras. Y entonces todo me lo dices tan claro. Yo tampoco quiero que te vayas, pero también sé que te estás yendo. Quizá mañana despierte otra vez en tu regazo para bajar corriendo a desayunar contigo y escuchar las historias del abuelo y las mitologías de los griegos. Por lo pronto, duermo tranquilo en tu sueño. En él me miras y apagas la luz. La claridad de todo me cobija como una bendición tuya. Otra vez me curas con tus manos de abuela, con tus cuidados de gran madre. Y ahora somos nosotros los que te mimamos y acercamos los remedios.

Estás cansada, ya lo sé. Por eso agradezco tanto que sigas preñando de flores el camino de ésta aún gentil partida. Tu paso lento nos demuestra que sabes a dónde vas, sin prisa ya. Así, como siempre, al cuidado de todos nosotros, haz decidido hacerlo poco a poco y poco a poco nos besas y nos recuerdas que el tiempo del mundo no es el de la vida.

¿Cómo puedes saber todo de la vida? ¿Cómo pudiste guardártelo para ti y mostrárnoslo sólo de vez en vez con esa linterna de caricias y regaños? Nuestras hijas e hijos, que te miran plena, comienzan a saber cómo te les germinas por dentro. Un día, viejas y viejos, te mirarán en el espejo. Es la sabia y paciente nutriente de la semilla.

Abuela, ahora te digo que todos seguimos aquí, al rededor del asombroso tronco de este árbol tuyo de mujer mixteca. Y todos nos seguimos amparando en tus manos claras que, al despedirse, siguen dibujando al hablar todas las siluetas de la gente buena. Y sonreímos contigo. Ya habrá momento, después, para dejar de hacerlo.

(Dormingo publicado en la versión impresa de Cambio de Michoacán del 8 de febrero del 2014, en la víspera de la partido de mi Mamá Lilia y para ser leído como fue escrito: al lado de su abuela viajera, escuchando a Lila Downs y si entrañable Xochipitzahua)

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