domingo, 6 de julio de 2014

Un día


Un día voy a clavarme en esa cascada de fuego. Me voy a deslizar por esa espalda de lava y me voy a crucificar en la encrucijada de la vida. Justo donde todo pierde su nombre y todo consiste y conciente a quien se incinera sobre sus propias ansiedades por convertirse en ceniza, si es que ceniza es y en ceniza habrá de convertirse.

Un día voy a deslizarme y llegaré hasta el final, al otro lado de la realidad, en el fondo, sólo porque insistes. Ya verás. Ya sentirás. Si es que insistes.

Un día te voy a poblar, y sembraré ese surco tuyo con la semilla mía. Pero sólo si no llueve esa noche. Porque si llueve esa noche me desdibujaré entre tus humedades para renacer en todas las soledades. Por eso, mejor que sí llueva, pero sólo hasta que amanezca, porque entonces me secaré en medio del fuego de tus exigencias, ya sin reclamos.

Un día te me voy a amanecer y mis soles nacerán en tu selva, justo antes de que tus tempestades me inunden y no tenga otra opción que ahogarme en tu marea.

Un día te me vas a amanecer dormida, como en esta noche que te sueño y te extraño, como nunca.

Un día voy a navegar esa cadera, y si su cadencia me aprisiona, me dejaré caer sobre ti como mástil de madera. Y al amanecer prepararé el café, como siempre.


(Dormingo publicado en la versión impresa de Cambio de Michoacán del 28 de junio y para ser leído como fue escrito: de madrugada después de una jornada brutal de trabajo y una dosis quizá desmedida de mezcal, escuchando de memoria el sonido de las humedades… mientras, afuera, la lluvia cae al pasto como el verso al alma, parafraseando a El Poeta)

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